
¿Llevas tiempo sin hacer ejercicio? ¿Te sientes oxidado, sin energía o con la sensación de que ya “no es para ti”? Tranquilo. No estás solo.
Volver a entrenar después de una temporada —o una vida— sin moverte regularmente puede parecer un mundo. Te da pereza, te da miedo lesionarte, te agobia la idea de volver al gimnasio o simplemente no sabes por dónde empezar.
Y lo entiendo. No es fácil retomar algo cuando sientes que estás muy lejos de donde deberías estar. Pero aquí va una verdad que quiero que te quede clara desde el principio:
Volver es posible. Y no, no es tarde. Nunca lo es.
Este artículo no es para que salgas corriendo a hacer HIIT ni para venderte resultados mágicos. Es para que reconectes contigo, paso a paso. Para que entiendas por qué merece la pena, cómo empezar de verdad y qué hacer para no rendirte a la primera semana.
Vamos a hablar de mentalidad, de hábitos, de cómo adaptar el ejercicio a tu vida real. Y te lo cuento no desde la perfección, sino desde la experiencia de haberlo vivido. Porque yo también he tenido que empezar desde cero.
Así que ponte cómodo, respira hondo y déjate acompañar. Porque esto no va de fuerza bruta, va de constancia inteligente. Y tú puedes.

🌱 1. Todo gran cambio empieza por dentro (con la historia del bambú)
Conocer la realidad del bambú me ayudó a ver el cambio desde otra perspectiva.
El bambú japonés es una planta muy curiosa. Durante los primeros años de su vida, no crece nada visible. Nada. Pasa hasta 5 años sin que asome ni un solo brote por la tierra. ¿Parece que no hace nada, verdad?
Pero durante todo ese tiempo, bajo tierra, está desarrollando un sistema de raíces fuerte, profundo, preparado para sostener un crecimiento brutal.
Y entonces, de pronto, cuando menos te lo esperas… ¡crece hasta 30 metros en solo seis semanas!
Tu cuerpo y tu mente funcionan igual. Si llevas tiempo sin moverte, lo primero que necesitas no es sudar 2 horas. Es echar raíces: construir hábitos, recuperar disciplina, limpiar la mente del “no puedo”. Eso no se ve en el espejo, pero es lo que sostiene todo lo demás.
Así que, aunque no sientas que avanzas, confía: estás creciendo por dentro. Y eso ya es empezar.
🧠 2. Tu mentalidad importa más de lo que crees
Antes de levantar una mancuerna, tienes que levantar tus pensamientos. Suena cursi, pero es verdad. La forma en la que piensas sobre ti mismo puede impulsar o sabotear todo tu proceso.
Si te dices “esto no es para mí” o “ya es tarde”, tu cuerpo te va a creer. Pero si te repites “voy a empezar poco a poco, y eso está bien”, ya estás construyendo una base sólida.
También es importante entender que la motivación no es constante. No siempre te apetecerá entrenar, y eso no significa que estés fallando. Significa que eres humano.
No te castigues por no estar donde estabas antes. Agradece que estás tomando acción para estar mejor que ayer.
💪 3. Empieza con movimientos simples y sostenibles
No necesitas una rutina de gimnasio de 5 días ni equipos costosos. Lo que necesitas es crear un ritmo que puedas mantener.
Aquí tienes un punto de partida:
- Camina 20-30 minutos diarios, aunque sea a paso suave.
- Haz 3 ejercicios básicos con tu propio peso: sentadillas, flexiones apoyadas y plancha.
- Dedica 5 minutos a estirarte al despertar o antes de dormir.
¿Fácil? Sí. ¿Suficiente? Para empezar, absolutamente. Porque en cuanto empieces a moverte, tu cuerpo te lo pedirá solo: un poco más de energía, un poco más de movimiento, un poco más de ti.
⚖️ 4. Diseña una rutina realista, no perfecta
La perfección paraliza. Si esperas tener la rutina ideal, el equipo ideal y el momento ideal, probablemente no empieces nunca.
Haz esto en su lugar:
- Planifica 2 o 3 días por semana. Si haces más, genial. Pero lo importante es que sean sostenibles.
- Apunta tu horario y resérvalo como si fuera una cita contigo mismo.
- No intentes hacer todo de golpe. Haz menos, pero hazlo siempre.
Es mejor entrenar 30 minutos 3 veces por semana durante 3 meses que hacer 6 días intensos y rendirte en 10 días.
🚫 5. Deja de esperar motivación (usa compromiso)
La motivación viene y va. El compromiso se entrena.
Hay días en los que estarás motivado y otros en los que no querrás ni levantarte. La diferencia la marca tu capacidad de actuar incluso cuando no tienes ganas.
Trucos para mantener el rumbo:
- Prepárate la ropa de entrenar la noche anterior.
- Pon recordatorios en tu móvil.
- Usa una playlist que te active.
- Ten un plan B rápido para los días difíciles: 10 minutos de movimiento es mejor que nada.
Recuerda: no tienes que hacerlo con ganas, solo tienes que hacerlo.
🏠 6. Ajusta el entrenamiento a tu vida real
No tienes que ir al gimnasio si eso te estresa o no te cuadra por horarios. Puedes empezar desde casa, en tu parque más cercano o incluso en el salón.
Adapta tu entrenamiento a tu realidad:
- ¿Solo tienes 15 minutos? Úsalos.
- ¿Tienes niños? Entrena mientras ellos juegan.
- ¿Trabajas mucho? Levántate 10 minutos antes o muévete en pausas activas.
Haz que el ejercicio encaje en tu vida, no al revés.
🥗 7. Alimentación y descanso: el combo silencioso
No puedes pedirle a tu cuerpo que funcione si no le das lo que necesita.
Empieza por lo básico:
- Bebe agua. Mucha más de la que crees.
- Come más real y menos procesado.
- No te obsesiones con la dieta. Aprende a comer mejor, no perfecto.
- Duerme al menos 7 horas. Es el mayor suplemento gratuito que existe.
El descanso y la comida no son secundarios. Son el soporte silencioso de tu progreso.
📍 8. Cierre: Nadie empieza desde cero. Empiezas desde ti.
No importa cuánto tiempo haya pasado. No importa si ayer no hiciste nada. Hoy es el mejor momento para empezar. Y si mañana tropiezas, no pasa nada. Te levantas y sigues.
Como el bambú, tu crecimiento puede no verse al principio… pero llegará. Y cuando llegue, te sorprenderás de lo lejos que has llegado.
Hazlo por ti. Porque tú lo vales. Porque mereces sentirte fuerte, sano y en paz con tu cuerpo.
Y recuerda esto: no estás empezando de cero. Estás empezando desde ti. Y eso es muchísimo.